El León Alado y el Despertar del Celo

Interesting 35 years old and up 2000 to 5000 words Spanish

Story Content

Una pluma descendía lentamente, danzando en el aire antes de acariciar la tierra. Junto a ella, una pata leonina, poderosa y silenciosa, esperaba. Dentro de la mente de Mario (el león protagonista), una convicción crecía: «Ha llegado el momento...»
En la pradera, bajo la sombra danzante de los árboles, dos leonas conversaban. Jazmín (la leona amarilla) levantó la cabeza, sus fosas nasales dilatándose. "¿Qué es eso, hermana? ¿Lo hueles? Es un macho, pero hay algo tan diferente... Es esquivo, pero…", dijo Jazmín a su hermana Canela (la leona café), quien asintió, con el entrecejo fruncido.
Un susurro de plumas que caían. Mario se reveló entre la maleza. "¡Saludos, damas!~", resonó su voz, cargada de una extraña promesa.
Jazmín, con la mirada fija en los atributos de Mario, murmuró con un ligero jadeo: "Son enormes...". Canela, apretando los puños, respondió: "¡E-Ey! ¡Hermana, aléjate de él!"
En un gesto casi imperceptible, Mario proclamó: "Tienes mi bendición". Acercándose a Jazmín, rozó su grupa con suavidad. "Perfecta…". Jazmín, instintivamente, arqueó la espalda, liberando un rastro de fluido. Canela, en segundo plano, sentía un calor incontrolable ascendiendo por su cuerpo. *Este sentimiento... ¡Mi celo no debería estar tan cerca!*, pensó, intentando resistirse en vano.
Mario, sin dudarlo, lamió la vulva de Jazmín, quien gimió de placer. Al apartarse, saboreó el néctar, una chispa de satisfacción brillando en sus ojos. *Hmmm… funcionó.*
El acto culminó en la unión. Mario penetró a Jazmín, ambos gimiendo y moviéndose a ritmo primitivo.
Concluido el apareamiento, Mario descansaba sobre el cuerpo de Jazmín. "Bueno, no eres más que una pequeña joya preciosa. Producirás unos cachorros encantadores". Desde un rincón, la voz de Canela se quebró: "P-Por favor..."
Apenas audible, ahogada en un torrente de deseo, Canela confesó: "... ¡¡A mí también!!"
Mientras tanto, a cierta distancia, Leónidas (el león negro) notó la ausencia de las leonas. Su olfato captó algo inusual. "Llegan tarde... ¿Y qué es ese aroma extraño...? ¡Una pluma...?", se preguntó Leónidas, inspeccionando el suelo.
Mario, apoyado en un árbol, tenía a Canela encajada en su miembro, abrazándola contra su pecho. La mirada de Canela revelaba un éxtasis indescriptible. Mario observó a Leónidas y espetó con sorna: "¿Son tuyas estas hembras?"
El líquido vital de Mario fluía, impregnando a Canela en lo profundo de su ser.
Mario se irguió sobre sus cuatro patas. Sus ojos ardían con un fuego amarillo. El semen goteaba lentamente. "Llevadme con el resto de vuestro clan y os concederé mi bendición", declaró Mario.
A lo lejos, dos panteras, una de pelaje gris oscuro, llamada Ceniza (la pantera gris oscuro, la madre), se lamía una pata. La otra, de un gris más claro llamada Niebla (la pantera gris claro, la hija), fijó la mirada en una dirección. "¿Madre...? ¿Quién es ese león tan grande?"
Ceniza siguió la mirada de Niebla. Un escalofrío recorrió su espina dorsal. "Esos... esos ojos…"
Ceniza cerró los ojos, presa del pánico. "¡No lo mires!!"
El suelo tembló cuando la pata de Mario se acercó.
La pata crecía ante sus ojos, emanando llamas mágicas.
Mario se cernía sobre Ceniza, cuya mirada vacilaba entre el terror y una extraña anticipación. "¿Por qué resistirse cuando sabes lo que puedo darte?"
La pata de Mario rozó el vientre de Ceniza. Un símbolo, una llama con tres puntos en su interior y otros trazos inescrutables, se grabó en su piel.
Ceniza, postrada en el suelo, jadeó: "Han pasado… años desde mi último celo…"
Mario la penetró con fuerza. La excitación era palpable, el fluido seminal bañando su interior. Niebla, encaramada sobre la espalda de Mario, observaba con deseo contenido. Mario giró la cabeza y le propuso: "¿Contenta de tener nuevos hermanos?"
Niebla respondió con un guiño: "Sólo si me concedes a sus sobrinos y sobrinas."
Mario: *Bien… otra barriga para mi semilla.* Niebla jadeo, *sí! Por favor, hazlo.* Mario cerro los ojos: *nn.. i... i... nnn...* La vision se volvio negra, *thud*, cayó inconsciente sobre un costado.
Desde las sombras, Leónidas examinó la escena. "¿Eh...? ¿Está bien?", murmuró.
Leónidas, junto al león que despertaba, bromeó: "Me alegra verte de vuelta a tu tamaño normal. Las damas traerán comida pronto. Oh... y podrías haber pedido unirte a la manada, por cierto".
Mario, con la mirada sombría, respondió: "Lo siento. No puedo quedarme. Se avecina una guerra. Los cachorros que engendré hoy jugarán un papel. Un destino que no puedo evitar."
Con un batir de alas ensordecedor, Mario desplegó sus alas imponentes. "Pero concedo a vuestro clan una última bendición: un hechizo de protección para garantizar vuestra seguridad Y permitiros seguir viviendo en esta rica tierra. Para agradeceros, Y pedir vuestro perdón."
**Interludio: Semanas después**
Las cuatro hembras, reunidas bajo el sol, compartían noticias inesperadas. Jazmín radiaba alegría. "¡Estoy segura de que tendré cachorros fuertes!", exclamó.
Canela, aún cautelosa, se tocaba el vientre. "Es una sensación extraña. A la vez excitante y preocupante…"
Niebla, con un brillo travieso en los ojos, no dejaba de hacer planes. "¡Tendré los cachorros más guapos! Y jugaremos todo el día."
Ceniza, la más callada, contemplaba el horizonte. "Después de tanto tiempo… tantos años desde mi último celo. ¿Por qué me eligió a mí, cuando hay otras más jóvenes?".
**Un año después…**
"¡Vamos, hermana… eso no es justo!", se oyó una voz infantil en la pradera.
Dos panteras jóvenes jugaban. Una de ellas tenía alas en la espalda y la otra plumas en las patas. "¡No puedes usar tus alas para ganar! ¡Es trampa!", protestó la pantera emplumada.
La pantera alada, tras ganar la carrera, miró a su hermana con una sonrisa pícara. "¡Nunca confíes en tu oponente!"
**Más tarde ese día…**
Fuera de la pradera, una criatura grotesca, un león con cuernos y picos por todo el cuerpo, acechaba en la oscuridad. "La barrera es tan fuerte como siempre. ¡Padre tendrá que saber sobre esto!", gruñó. **El principio…**